Análisis semanal 176: El Príncipe del caos (15 de noviembre de 2017)

Año: 
2017

 

Los equilibrios geopolíticos que se configuran después de la invasión estadounidense a Irak en 2003 sitúan a la República Islámica de Irán y a Arabia Saudí como los principales protagonistas de una lucha regional por el poder y la influencia. Irán sacó provecho de los vacíos de poder generados por el derrocamiento del gobierno de Saddam Hussein en Irak y de los talibanes en el vecino Afganistán para fortalecer sus intereses en esos países, y en otros como Líbano, donde desde principios de los ochenta, ejerce una fuerte influencia a través de la organización chiita Hezbollah.

Por su parte, Arabia Saudí ha observado con creciente inquietud la ampliación de la esfera de influencia iraní en la región. Con el fin de revertir esta situación, una vez iniciadas las Revueltas Árabes, Riad apostó al derrocamiento del presidente de Siria Bashar al-Assad (aliado de Irán). El ascenso al trono de Salman bin Abdulaziz en enero de 2015 supuso una política exterior más agresiva y audaz, aunque no necesariamente bien calibrada. Así, apenas dos meses después, Arabia Saudí inició una guerra de agresión contra Yemen con el fin de restaurar al depuesto presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi y aplastar la rebelión de los houthies, apoyados por Irán. Más adelante, en junio de 2017, Riad implementó un bloqueo contra Qatar acusando a su gobierno de dar "apoyo a varios grupos terroristas y sectarios que tienen como objetivo desestabilizar la región”.

Todas estas “aventuras” derivaron en rotundos fracasos. Pese a los millones de dólares invertidos en apoyo a los grupos salafistas-yihadistas, no fue posible derribar a al-Assad, celosamente apoyado por Irán, Rusia y Hezbollah. Por otro lado, la intervención en Yemen ha sido un estrepitoso fiasco. No solo no se ha reinstaurado a Mansur al-Hadi, ni se ha debilitado la capacidad de combate de los houthies, sino que se ha generado una catástrofe humanitaria en el país que, según el subsecretario de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, Mark Lowcock, podría llevar a la hambruna más grande que el mundo ha visto en muchas décadas, con millones de víctimas” (1). Finalmente, luego de cinco meses, las medidas del bloqueo no han logrado torcer el brazo de los qataríes.

Estos fracasos geopolíticos han aumentado la angustia entre las élites saudíes. El nombramiento de Mohamed bin Salman como Ministro de Defensa en 2015, y posteriormente como Príncipe Heredero en junio de 2017, implicó una radicalización adicional de las políticas represivas del régimen saudí y de su política exterior. Bin Salman ha emprendido una purga interna que, con el pretexto de la “lucha contra la corrupción”, ha implicado la eliminación política de influyentes miembros de la realeza, como el emprendedor e inversionista príncipe Alwaleed bin Talal o los príncipes Mutaib bin Abdullah, que tenía a cargo la poderosa Guardia Nacional y Bandar bin Sultan, ex embajador saudí en Washington y antiguo jefe del servicio de inteligencia. Según el portal de noticias Middle East Eye, varias de estas figuras han sido sometidas a torturas (2). El impetuoso Ministro de Defensa y heredero al trono no parece escatimar ningún medio para allanar el camino de lo que parece ser su inminente designación como soberano saudí.

En el plano internacional los ímpetus de Bin Salman y la histeria anti-iraní, han llevado Arabia Saudí a tomar acciones cada vez más alejadas de la sensatez y la prudencia. El nuevo escenario escogido por Riad para antagonizar a Irán y sus aliados ha sido Líbano, un país muy pequeño, políticamente frágil debido a su estructura sectaria, y por lo tanto vulnerable a las presiones externas. El pasado 4 de julio el primer ministro libanés Saad Hariri anunció, a través de la cadena de noticias saudí al-Arabiyya, su renuncia al cargo y acusó a Hezbollah de tener el “control” del gobierno de Beirut. Las circunstancias que rodearon esta renuncia (el hecho de que Hariri lo hiciera desde el extranjero, en un medio de comunicación propiedad de la familia real saudí, y con expresiones y gestos que evidenciaban ansiedad y nerviosismo), levantaron una serie de sospechas que apuntaban a una injerencia del gobierno de Arabia Saudí. El presidente de Líbano Michel Aoun afirmó que Hariri estaba “secuestrado”, y agregó que “nada justificaba que no retornara a Líbano” (3). Por su parte, funcionaros saudíes acusaron a Hezbollah (que forma parte del gobierno libanés) de “conspirar” contra Arabia Saudí, y añadieron que el gobierno libanés "sería tratado como un gobierno que declaró la guerra a Arabia Saudita".

Lejos de lograr una polarización sectaria del país, la renuncia de Hariri ha unificado a la mayoría de fuerzas políticas del país, lo que debilita la maniobra desestabilizadora saudí, y parece convertir a Líbano en otro fracaso para la política exterior de Arabia Saudí. El Reino no solo es ahora el país más fundamentalista y represivo de la región, responsable de aupar una forma extrema, literalista e intolerante del Islam que ha sembrado el caos y la violencia en toda la región. Es también una de las mayores fuentes de inestabilidad en la región, promoviendo el sectarismo, guerras de agresión y sometiendo a sus vecinos a chantajes y vejámenes inaceptables. El emergente liderazgo de Mohamed bin Salman en Arabia Saudí y el apoyo que recibe de potencias occidentales como Estados Unidos, lejos de augurar una era de reformas y modernización, anticipa más bien caos e inestabilidad en una región que no necesita otro tirano autoritario hambriento de poder.

Notas

(1) ONU: Yemen podría enfrentar la mayor hambruna en la historia. Telesur. https://www.telesurtv.net/news/ONU-Yemen-podria-enfrentar-la-mayor-hambruna-en-la-historia-20171108-0080.html

(2) Exclusive: Senior Saudi figures tortured and beaten in purge. Middle East Eye. http://www.middleeasteye.net/news/exclusive-senior-figures-tortured-and-beaten-saudi-purge-1489501498

(3) El presidente libanés denuncia que el primer ministro está secuestrado en Arabia Saudí. El Periódico. http://www.elperiodico.com/es/internacional/20171115/el-presidente-libanes-denuncia-que-el-primer-ministro-esta-secuestrado-en-arabia-saudi-6425254