Luis Antonio González Jiménez

Constituir a Centroamérica en una región de paz, libertad, democracia y desarrollo: ese fue el objetivo que se planteo a sí mismo el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), plasmado así en el Protocolo de Tegucigalpa, su norma fundamental. A la fecha, el proceso de integración regional de más larga data enfrenta grandes desafíos para probarse a la altura de ese ambicioso objetivo, planteado en un contexto regional que a veces no parece ser tan lejano.

Brasil, Estado pivote de América Latina, con todas las características para ser una potencia en el continente y ejercer un rol de liderazgo determinante para la región, se debacle hoy por los escándalos de corrupción que de momento, amenazan con cortar la misma cabeza del gobierno de la República Federativa. La situación interna es tensa: el proceso de impeachment fue aprobado el pasado 17 de abril en el Congreso por 367 de los 513 parlamentarios que conforman esa cámara, lo que pone un paso más cerca a la presidenta Rousseff de su salida forzosa del gobierno.

A partir del desmantelamiento, por parte de autoridades costarricenses, de una red de tráfico de personas que llevaba migrantes cubanos desde Ecuador hasta EE.UU., se desata una crisis humanitaria en Costa Rica. Esto, en tanto alrededor de dos mil cubanos, víctimas a la vez que usuarios de la red de tráfico de personas, quedan “varados” en Costa Rica, con un status migratorio, y sobre un todo, un futuro incierto. La respuesta institucional inmediata: otorgarles una visa extraordinaria de siete días para que pudieran continuar con su travesía hacia el Norte.