Análisis semanal 111: La noche que no termina: el estado actual de la crisis humanitaria en Siria (15 de febrero de 2017)

Año: 
2017

 

Introducción

A más de cinco años del inicio del conflicto armado, la situación política de Siria, el estado de las negociaciones de paz con un número fluctuante de actores, las vacías condenas de la comunidad internacional, y una complicada maraña de intereses nacionales que lo engloba todo, continúan siendo la principal preocupación del público, y han sido ya abordados acertadamente en un análisis previo (1).

Sin embargo, la situación humanitaria concreta en la que se encuentra la población asediada por esta guerra, así como las acciones determinadas que se llevan a cabo diariamente para evitar el continuo deterioro de las condiciones de vida de los civiles, atrapados en medio de la violencia y las constantes violaciones a sus derechos, no es un tema sobre el que se profundice a menudo.

Lamentablemente; como lo señala el Plan Regional de Refugiados y Resiliencia 2016-2017 (3RP) elaborado por la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH), bajo el marco de identificación Whole of Syria; estas atrocidades continúan siendo cometidas por todos los participantes en el conflicto. El alivio-acusa este mismo informe- también ha sido obstruido por ellos en diversas instancias.

Según este documento, el primero en su tipo elaborado por las Naciones Unidas, “la duración, intensidad e impacto geográfico del conflicto ha comenzado a socavar la capacidad de resiliencia de los hogares y comunidades”, “la violencia y sus consecuencias continúan robando al pueblo sirio su seguridad, dignidad  y esperanza de un mejor futuro”, mientras que “las violaciones de derechos humanos y el desdén por el Derecho Internacional son ocurrencias diarias” (2). Pero, ¿cuál es la extensión real del impacto que ha infligido esta guerra en los habitantes de Siria?

El dolor en números

De acuerdo con las preocupantes cifras recopiladas en el informe a diciembre de 2016, más de 250 mil personas han perdido la vida, y un millón han resultado heridas, ocasionando que un número creciente de civiles huyan hacia países vecinos o más allá de la región para salvaguardar su integridad física. Actualmente existen 13.5 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria como resultado directo de la guerra civil, entre los que destacan 6 millones de niños, y 5 millones que se encuentran en áreas clasificadas como “sitiadas” o “de difícil acceso”, ya sea por encontrarse en territorio controlado por fuerzas hostiles, o caracterizado por una topografía limitante (3).

Como “desplazados internos” han sido contabilizados 6.3 millones, incluyendo 1.1 millón que viven en campamentos “de último recurso”, y 170 mil que habitan en campamentos fronterizos en países vecinos, principalmente Turquía, Iraq y Jordania. Sin embargo, como lo plantea Kilian Kleinschmidt, ex director del campo de refugiados Za’atari en Jordania para ACNUR: “Se supone que los refugiados esperen en estos campos”-almacenes de personas, les llama- “hasta que puedan regresar a casa, integrarse en la sociedad del país anfitrión, o ser reasentados. No obstante, sin un desenlace a la vista para las diversas aristas del conflicto que afecta no solo a Siria sino a otras naciones, y varios países desarrollados dándole la espalda, una proporción cada vez más creciente de población refugiada se enfrenta con el prospecto de décadas de espera”. “Los campos de refugiados son las ciudades del futuro”, afirma (4). Mientras tanto,  61 mil sirios más son desplazados de sus hogares diariamente (5).

En cuanto a las necesidades específicas, el panorama no es más alentador: el 86% de la población vive en condiciones de pobreza -69% si se habla de pobreza extrema-, por lo menos 8.7 millones de personas son incapaces de obtener su ración alimentaria diaria, más de 2 millones de niños en edad escolar no tienen acceso a educación, y al menos un millón no han sido sujetos a vacunación rutinaria (6). Las unidades familiares tienen un promedio de 6 personas, por lo que emplean el 25% de sus ingresos sólo en obtener el agua necesaria para cubrir sus necesidades mínimas diarias, de modo que muchas han recurrido a medios de supervivencia insostenibles e inestables, como el matrimonio infantil o forzado, el trabajo infantil o reclutamiento de niños como soldados, prostitución y matrimonios temporales (7).

Esto acarrea un sinfín de problemas cuando se plantea la perspectiva de reconstrucción: los 3 millones de niños menores de 5 años que nunca conocieron la vida antes del conflicto, junto con los 5 millones que no han recibido o han tenido que abandonar su educación formal, conforman la temida “generación perdida” que presentará serias dificultades en el futuro tratando de reintegrarse de manera productiva a una naciente sociedad post-conflicto. Lo mismo ocurre con aquellos marcados por el trauma del matrimonio o trabajo infantil, la prostitución o la esclavitud, y aquellos adultos marcados por la violencia sexual -principalmente mujeres que tienden a fungir como el sostén de la tela social, y enfrentan discriminación tras “perder su honor”- o discapacidades producto de la violencia (8).

Actores y logística de la ayuda humanitaria

Este Plan Regional aglutina los esfuerzos logísticos y presupuestarios de más de 200 actores humanitarios, tanto nacionales como extranjeros, y refleja una respuesta integrada y multisectorial que busca principalmente apoyar la construcción de resiliencia en las comunidades anfitrionas, dentro y fuera de Siria, así como en los mismos refugiados, procurando brindar habilidades prácticas que les permitan obtener oportunidades de sustento digno en el futuro (9).

Las figuras más prominentes dentro de esta red, que generalmente funcionan como enlace del presupuesto hacia organizaciones más pequeñas, son OCAH, la Cruz Roja/Media Luna Roja, el Fondo Humanitario Sirio-República Árabe, el Fondo Humanitario de Turquía, el Consejo Noruego de Refugiados, Socorro Islámico Internacional, Save the Children, Fondo de Naciones Unidas para la Niñez, el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, el Programa Mundial de Alimentos, y Aldeas SOS. Se registran 16 organizaciones no gubernamentales (ONGs) extranjeras y 141 nacionales (10).

En conjunto, estas organizaciones tienen como objetivos brindar protección, manejo de campamentos, coordinación, recuperación y subsistencia, educación, comunicación de emergencia, seguridad alimentaria y agricultura, salud, nutrición, refugio y artículos no alimentarios, y agua potable y sanidad.  Para cumplir con el plan, se calcula que son necesarios $3.3 billones, de los cuales han conseguido $59.9 millones, o menos del 2% necesario, y de las áreas mencionadas, el rubro en que más se ha invertido es, predeciblemente, coordinación (11). Hasta el momento, el gobierno que más donaciones ha brindado a la causa es Alemania, seguido por el Reino Unido. A pesar de iniciativas valiosas como No Lost Generation y Whole of Syria, la sostenibilidad de estos esfuerzos es, por el momento altamente dudosa, y a un alto costo humano.