La revista Forbes ha clasificado al presidente ruso, Vladimir Putin, como la persona más poderosa del mundo por cuarto año consecutivo, a pesar de las sanciones económicas de Occidente, y fragilidad de la economía rusa, corrupción endémica, y una cultura política que sofoca el espíritu de la democracia liberal. De acuerdo con la revista, el presidente Putin ha ejercido la influencia rusa en casi cada esquina del globo terráqueo, desde la madre patria hasta Siria, y las elecciones estadounidenses del pasado 8 de noviembre de 2016. Putin continúa obteniendo lo que quiere, sin restricciones establecidas por el orden global convencional; su alcance se ha magnificado recientemente (1).
El presidente Obama expulsó a 35 diplomáticos rusos en diciembre de 2016. La acción fue ejecutada en represalia a la acción rusa de haber llevado a cabo un ataque cibernético contra el Comité Nacional Democrático, e interferir en las elecciones que conllevaron a la victoria electoral del presidente electo, Trump (2). Charles Crawford, antiguo embajador del Reino Unido en Belgrado, Sarajevo y Varsovia afirmó que Putin está re-escribiendo las reglas del juego, debido a que no respondió con medidas diplomáticas iguales o, como en el lenguaje cotidiano se diría, con ‘un tal para cual’ (3). Así, Rusia, a prima face es un enigma lleno de sorpresas.
Esencialmente, el consenso occidental es que el posicionamiento de la Rusia de Putin como potencia mundial en el sistema internacional de estratificación del poder representa un reto para la arquitectura de la seguridad occidental. También se teme que el reto ruso representa un peligro para el orden internacional liberal desarrollado después de la Segunda Guerra Mundial. La anexión de Crimea por sorpresa en 2014, la guerra en la región ucraniana de Donbás, y la intervención militar en Siria son manifestaciones exteriores de la determinación del Presidente Putin en reafirmar la posición geopolítica de Rusia en el área de influencia euroasiática, y en solidificar su estatus como potencia mundial. Estas acciones han ido acompañadas de la modernización e incremento en la capacidad material de proyección del poder militar. Rusia es ahora un poder militar en posición de fuerzas armadas capaces de reaccionar rápidamente y de atacar por sorpresa; así como de abrumar a aquellos Estados localizados dentro de la esfera de los intereses estratégicos reclamados por Putin (4).
El revisionismo ruso, en conjunción con las presentes condiciones ambientales internacionales, irradia la energía de una segunda Guerra Fría, (5) cuestión que conlleva implicaciones estratégicas negativas para Occidente. Así que es plausible argumentar que el acomodamiento de las necesidades de seguridad de Rusia - o encuentro de un punto de equilibrio- dentro de la plataforma de seguridad occidental es necesaria para mantener la estabilidad del orden internacional. Subestimar, o sobrestimar, las capacidades materiales de una Rusia ‘putiniana,’ al mismo tiempo insegura de que sus intereses no sean socavados dentro del perímetro del espacio post-soviético reclamado (6), podría resultar en sorpresas estratégicas y en un dilema de seguridad serio.
En contexto, la expansión de la OTAN para incluir a Ucrania y a otros estados del antiguo espacio socialista, por ejemplo, representa un problema serio para Rusia. Con claridad la expansión debe someterse a un juicio de cálculo preciso. La OTAN es una alianza heredada del mundo de la Guerra Fría, cuya reconfiguración y expansión ha sido transferida al nuevo ambiente de seguridad, mientras se excluyen otras opciones. En este proceso el reto de la cuestión rusa nunca ha sido resuelto. Tampoco, Rusia nunca ha considerado membresía a la OTAN como una opción viable. Los problemas de identidad, percepciones diferentes de democratización y cooperación, y la humillación de encontrarse en la periferia del poder causado por el derrumbamiento del bloque socialista, entre otros problemas, se han opuesto a la construcción de un espacio unitario de seguridad. El consecuente resultado de esta coyuntura es un orden bifurcado que ha llegado a ser fuente de las tensiones actuales graves.
Así, el Reino Unido envió cientos de tropas a Rumanía en el año 2016, para contrapesar la provocación rusa. Aviones de guerra Tyfoon y tropas adicionales serán desplazados a Rumanía en mayo de 2017. También, tropas adicionales y armamento militar sofisticado serán desplazados a los Estados bálticos en mayo de 2017. Estos Estados tienen una población ruso-parlante significativa, e instrumentalmente importante para los intereses rusos. En realidad, Rusia ha perseguido una política de reimperialización a través de la región exsoviética, usando rusos étnicos y ruso-parlantes como medio de expansión territorial, los cuales ‘necesitan protección y apoyo’ (7).
Similarmente la OTAN ha desplazado 1000 tropas de las 4000 que desplazará en el año 2017, acciones que Moscú considera una amenaza para la seguridad nacional. Asimismo, ésta organización ha desplegado tanques de guerra en la frontera polaca con Rusia (8). El despliegue de tropas de la OTAN en Polonia es en respuesta al reciente emplazamiento de misiles Iskander con capacidad nuclear en Kaliningrado, territorio ruso localizado entre Polonia y Lituania. De acuerdo con Chatham House de Londres, Putin defiende la necesidad de aumentar las defensas rusas frente al aumento gradual de sistemas estratégicos no nucleares de alta precisión en otros países, en combinación con la acumulación de misiles, cuestión que podría negar acuerdos y complicar la balanza estratégica del poder (9). En consecuencia, Rusia debe de responder a estas amenazas con sistemas de armamentos de alta precisión y misiles estratégicos nuevos. Así, Rusia retiene su capacidad para emplear el poder militar, primero, con sentido demostrativo, (en las fronteras de la OTAN). Segundo, mantiene su capacidad de proyectar este poder en conflictos regionales, suministrando equipo, inteligencia, desplazamiento de tropas (por ejemplo, Siria), etc. Tercero, para mantener su seguridad nacional y dominar su perímetro (10).
En contraste, el objetivo profesado de la OTAN es garantizar una paz duradera y la estabilidad en la región a la luz de la intervención rusa en Ucrania (11). La escalada militar asimismo se debe a la intervención militar de Putin en Siria, donde Rusia proyectó poder militar convencional por primera vez, fuera del ámbito de seguridad exsoviético. Tal intervención envió signos a la OTAN de que el poder militar ruso para usar fuerzas convencionales más allá de sus fronteras territoriales es capaz de alcanzar objetivos políticos (12), y de hacer frente a su expansión.
Además, la intervención de Putin en Siria fue ejercida con el objeto no solo de mantener al régimen del presidente sirio en el poder, Assad, sino que para asegurar que los vestigios del poder del Presidente fueran garantizados, hasta que arreglos de seguridad efectivos fueran construidos a través de negociaciones internacionales lideradas por Moscú. Esta estratagema reafirma asimismo a Rusia como potencia mundial, y le permite recobrar el prestigio perdido. En efecto, Irán y Turquía, liderados por el enfoque operativo de la Rusia de Putin, se presentaron como los garantes de un futuro arreglo de seguridad entre Assad y las fuerzas de oposición siria (excepto el Estado Islámico y Jabhat Fateh al Sham), a pesar de las diferencias que mantienen en el tablero geopolítico del conflicto. Los Estados Unidos y otros poderes occidentales estuvieron fuera de las decisiones. La resolución 2336 del Consejo de Seguridad de la ONU del 31 de diciembre de 2016 apoyó los esfuerzos rusos y turcos por detener la violencia en Siria.
La pregunta esencial que emerge a partir de estas turbulencias es la siguiente: ¿Cuál es la postura de la política internacional de Vladimir Putin? Observando la conducta rusa a partir del año 2015, podría argumentarse que Putin no podría taxativamente enmarcarse dentro de la perspectiva atlanticista occidentalizada de la política internacional. Sin ánimo de exhaustividad, bajo esta posición, cooperación e integración con Occidente y el resto de la sociedad internacional es fundamental en la construcción de un nuevo orden internacional. Para ello, Rusia debería de considerarse con igual rango en la posición del poder, cooperador y no competidor, poseer una política exterior prooccidental, tener los mismos valores en términos de democracia, derechos humanos, la supremacía del derecho de los individuos sobre el derecho del Estado, una economía de mercado abierto, etc. Cooperación solo es posible si las condiciones internacionales son favorables para Rusia. No obstante, un patrón de convergencia en este caso ha sido difícil de ser alcanzado con la saliente administración Obama y el resto de Occidente.
El euroasianismo geopolítico encaja parcialmente dentro de la perspectiva de la política internacional de Putin. Esta perspectiva explica por qué Putin razona que Rusia es diferente a Occidente en términos culturales, mientras defiende su cercanía geográfica de Asia. El papel de balance entre el Oeste y el Este es necesario para garantizar la seguridad de los flancos rusos. Igualmente explica el proceso de reimperialización cuyo objetivo es ‘proteger’ la identidad etnogénica de los rusos encontrados en el espacio geopolítico postsoviético y, por ende, el deseo de retrotraer una herencia histórica y posición como actor geopolítico mundial, todo perdido con el colapso de la Unión Soviética. La anexión de Crimea, por ejemplo, podría explicarse desde este paradigma. Sin embargo, la base nacionalista de esta posición implica aislarse de Occidente y entrar en conflicto con el bloque. Las reglas del orden internacional son consideradas divergentes; la identidad y valores rusos deben ser protegidos. Putin directamente expresó en diciembre de 2015 que, "nadie debe imponer valores considerados como correctos en otros. Nosotros tenemos nuestros propios valores, nuestros propios conceptos de justicia. [Las potencias occidentales] tienen que actuar con cuidado. Es erróneo imponer un esquema de ideas concernientes al bien y al mal o, en este caso, bienestar y democracia, sobre países con diferentes culturas, una religión diferente" (12). En consecuencia, Putin es partidario del relativismo de la política internacional.
El carácter de la Rusia de Putin mejor parece reflejar una visión híbrida entre la lógica realista y el pragmatismo en la política internacional. En otras palabras, un compromiso con los Estados Unidos y sus aliados es posible solo si las condiciones internas y ambientales internacionales favorecen el interés nacional, se respeta la soberanía del Estado frente al intervencionismo liberal, alcance de acuerdos por consenso frente a la imposición, se respeta la seguridad rusa frente a la expansión de la OTAN, se respeta el euroasianismo geopolítico, y la posición de Rusia como un poder continental y global. Por consiguiente, bajo este modelo, la estructura del poder es de carácter multipolar. Asimismo, el aislamiento de los Estados Unidos del sistema internacional, el Brexit y una Europa debilitada por terrorismo y migraciones incontrolables de refugiados favorecen la posición de poder de Rusia.
El enfoque realista y pragmático de la política internacional putiniano puede ser, con cierto nivel de confiabilidad, inferido de sus discursos pronunciados en la ONU. Así, Putin enfatizó en su discurso pronunciado en la Asamblea General de la ONU lo siguiente:
- La idea de restaurar la soberanía del Estado donde ha sido destruida. Restablecimiento del Estado es la clave para resolver la crisis de refugiados en Siria. En este sentido putiniano, la intervención en Siria es para restituir al Estado la cual fue llevada a cabo por invitación del presidente Assad. La impresión es que Rusia respeta la integridad de la soberanía estatal.
- No interferencia agresiva en los asuntos internos de los Estados, lo cual desencadena conflictos, pobreza, etc.
- El momento unipolar del mundo de la Postguerra Fría ha llegado a su fin. Así, aquellos Estados que estaban en la cima de esta pirámide pensaban que ellos eran tan fuertes y excepcionales, tanto que sabían qué hacer y mejor que otros. Por lo tanto, no tienen que contar con la ONU, que en vez de autorizar y legitimar automáticamente decisiones, a menudo crea obstáculos en el camino. Socavar la autoridad de la ONU podría colapsar las relaciones internacionales;
- El vacío de poder es llenado por grupos extremistas. Solo puede ser eliminado con cooperación bajo la sombrilla de la ONU. Algunos han sido apoyados por Occidente.
- La ONU es una institución para llegar a acuerdos, donde las diferencias, lo que incluye el uso del veto, deben ser respetadas; no debe ser vista como obstáculo.
- La integridad territorial de Ucrania no puede ser garantizada por la amenaza o el uso de fuerza. Lo que se necesita es la verdadera consideración de los intereses y derechos de las personas en la región de Donbás y el respeto de su elección.
- El pensamiento de la Guerra Fría y el deseo de explorar nuevas áreas geopolíticas aún está presente en miembros de la comunidad internacional. Continúan con la expansión de la OTAN. Con el colapso de la Unión Soviética se les ofrece a los Estados postsoviéticos una alternativa falsa: ser parte del Oeste o del Este. La lógica de la confrontación ha resultado en crisis geopolíticas graves. Esto es exactamente lo que sucedió en Ucrania, donde el descontento de la población con las autoridades actuales se utilizó, y un golpe militar fue orquestado desde el exterior, provocando como resultado la guerra civil (14).
Finalmente, basado en esta última perspectiva cabe preguntarse sobre el tipo de relación que Putin necesita con el Presidente Donald Trump. La respuesta es redundante. Putin ha indicado su deseo de mejorar las relaciones con los Estados Unidos. Para ello, necesita el reconocimiento de la anexión de Crimea; legitimidad en la región de Dunbás; igualdad, respeto mutuo y no injerencia en los asuntos internos de cada Estado; eliminación de las sanciones impuestas por los Estados Unidos debido a la crisis de Crimea; reconocimiento del régimen de Assad en Siria; cooperación en la guerra contra el terrorismo; reconocimiento de los intereses estratégicos ‘legítimos’ rusos reclamados en el espacio geopolítico postsoviético, al estilo del tratado de Yalta de 1945. Putin necesita las mismas relaciones con el resto de Occidente ¿Será posible un nuevo comienzo?
Los Estados Bálticos están nerviosos debido al regreso a la geopolítica y áreas de influencia. La desconfianza es que la idea de esfera de influencia signifique subversión, ataque o interferencia en elecciones en favor de candidatos que apoyen el Kremlin (15). Europa Occidental tampoco aceptará un declive en la balanza del poder que ponga en peligro la seguridad. En consecuencia, la canciller alemana, Ángela Merkel, ha pedido a los miembros de la Unión Europea aumentar su seguridad y la defensa de cooperación porque no hay garantía de perpetuidad en las relaciones con los Estados Unidos. Trump ha señalado que podría reducir las sanciones impuestas contra Rusia a cambio de reducciones de arsenal nuclear. Este escenario es prospectivo. Mientras tanto, debemos esperar.
Notas
(1) Forbes. (2017). World’s Most Powerful People. Extraído de: http://www.forbes.com/powerful-people/#4a7fd5576dd9.
(2) Gambino, L., Saddiqui, S. yWalker S. (2016). Obama expels 35 Russian diplomats in retaliation for U.S. election hacking. The Guardian. Extraído de: https://www.theguardian.com/us-news/2016/dec/29/barack-obama-sanctions-russia-election-hack.
(3) Crawdford, Ch. (2016). Is this Cold War 2.0? Power-plays, US-Russia relations and how Putin is rewriting the rulebook. The Telegraph. Extraído de: http://www.telegraph.co.uk/news/2016/12/31/cold-war-20-power-plays-us-russia-relations-putin-rewriting/.
(4) Gressel G (2015). Russia’s quiet military revolution, and what it means for Europe, policy brief, European Council on Foreign Relations. Extraído de: http://www.ecfr.eu/publications/summary/russias_quiet_military_revolution_and_what_it_means_for_europe4045.
(5) Kalb M (2015). Imperial gamble: Putin, Ukraine, and the new Cold War. Brookings Institution Press.
(6) Lyne R (2015). ‘Russia’s changed outlook on the West: from convergence to confrontation’. En Giles K, Hanson P, Lyne R, Nixey J, Sherr J, Wood A, (2015). The Russian Challenge. Royal Institute of International Affairs. Extraído de: https://www.chathamhouse.org/publication/russian-challenge-authoritarian-nationalism.
(7) Grigas A (2016). Beyond Crimea: The New Russian Empire. New Haven: Yale University Press.
(8) MacAskill, E. (2017). Russia says US troops arriving in Poland pose threat to its security. The Guardian. Extraído de: https://www.theguardian.com/us-news/2017/jan/12/doubts-over-biggest-us-deployment-in-europe-since-cold-war-under-trump.
(9) Ibidem.
(10)Campbell GI (2015). ‘Russia’s military is proving western punditry wrong’: Order from Chaos. Brookings Institution. Extraído de: https://www.brookings.edu/blog/order-from-chaos/2015/10/23/russias-military-is-proving-western-punditry-wrong/.
(11) Ibidem.
(12) http://www.theatlantic.com/international/archive/2015/12/russia-putin- miroporyadok/422196/.
(13) Sputnik. (2015). In Brief: Putin’s Address to the United Nations in 10 Quotes. Extraído de: https://sputniknews.com/world/201509281027676864-putin-unga-address-in-10-quotes/; RT. (2015). Violence instead of democracy: Putin slams ‘policies of exceptionalism and impunity’ in UN speech. Extraído de: https://www.rt.com/news/316804-putin-russia-unga-speech/.
(14) Harding, L. (2016). The new special relationship: what does Putin want from Trump? The Guardian. Extraído de: https://www.theguardian.com/us-news/2016/nov/20/new-special-relationship-what-does-putin-want-from-trump-kgb.