Mientras las potencias llevan a cabo un esfuerzo diplomático para acabar con el conflicto en Siria, nuevamente la sombra de desestabilización se cierne sobre el Magreb.
En las últimas semanas diversas voces de alerta han señalado el potencial recrudecimiento de la compleja crisis política libia, especialmente a partir del fortalecimiento del Estado Islámico de Irak y el Levante o DAESH (acrónimo árabe) en el país. El enviado especial de las Naciones Unidas para Libia, Martin Kobler ha asegurado que el DAESH cuenta ya con entre 3.000 y 6.000 combatientes en el país, una horquilla que casi dobla los cálculos del año pasado (entre 2.000 y 3.000) (1). La presencia de santuarios del DAESH a apenas unos cientos de kilómetros de las costas europeas sin duda representa una grave a amenaza a la seguridad del Mediterráneo.
Como si fuera poco, otro foco de inestabilidad empieza a vislumbrarse en la zona: Argelia. Desde el inicio de las Revueltas Árabes, este país ha permanecido ajeno a procesos de desorden político o a situaciones de violencia generalizada. No obstante, una serie de factores económicos y políticos amenaza seriamente la estabilidad del país y su entorno.
Argelia es el país más grande de África, cuenta con 40 millones de habitantes, de los cuales 70% son árabes y 30% bereberes. El 97% de los ingresos del país proviene del petróleo y el gas. Sin embargo, desde la caída en picada de los precios del crudo desde 2014, dichos ingresos han disminuido en un 70%, lo que ha implicado la necesidad de aumentar los impuestos, y el precio de servicios como el gas y la electricidad. De persistir una situación de precios bajos del petróleo, el gobierno no podrá seguir manteniendo los subsidios que se aplican a productos como el pan, la leche o el aceite, y que hasta el momento han permitido mantener cierta estabilidad social (2). A la caída de los precios del petróleo se suma una disminución drástica de la inversión extranjera desde 2011, y una depreciación del dinar, la moneda local.
En el ámbito político ronda la incertidumbre, pese a la intención del Gobierno de evitar una crisis. La conducción del presidente Abdelaziz Bouteflika, de 78 años y en el poder desde 1999, no puede prolongarse por mucho tiempo, debido a sus notorios problemas de salud, que le han impedido comparecer públicamente desde mayo de 2012. En los últimos años se ha fortalecido la tesis de que no ha sido él quien realmente ha venido gobernando el país, y es notoria la existencia de una lucha por la sucesión. En este sentido, se menciona a Saïd Bouteflika, su hermano, como uno de los posibles sucesores (3).
Con el fin de facilitar una transición ordenada, el gobierno aprobó a inicios de febrero una serie de reformas políticas constitucionales que incluyen una limitación del período presidencial a dos mandatos, la creación de una comisión electoral independiente, y el reconocimiento del amazigh como lengua oficial. Sin embargo, algunos sectores de la oposición se han mostrado desconfiados respecto al alcance de estos cambios, e insisten en sus críticas al Gobierno por no haber sabido diversificar durante los años de bonanza una economía tan dependiente del petróleo.
La crisis económica y sus posibles repercusiones sociales podrían tener consecuencias graves para el país y la región. Uno de los temores es que la inseguridad que impera en buena parte del Magreb y el Sahel, unida al deterioro de las condiciones socio-económicas internas, posibilite al terrorismo yihadista cobrar nuevos bríos en el país. Otra consecuencia del recrudecimiento de la crisis económica podría ser una ola de refugiados argelinos que se desplazarían a Europa en busca de mejores condiciones de vida, agravando, la ya de por sí severa, crisis de refugiados que ha generado el conflicto en Siria.
El gobierno de Argelia ha podido mantener el statu quo en los últimos años, sin embargo, enfrenta ahora una posibilidad real de desestabilización. Dada la importancia que este país juega en la región, las consecuencias pueden ser graves. Es necesario entonces anticipar respuestas a los problemas que el país acarrea desde hace décadas, y que se remiten a la necesidad de una modernización y diversificación económica, y a la construcción de una democracia genuina.
Notas
(1) Libia, el tercer frente del ISIS: así avanza el 'Califato' frente a Europa. El Confidencial. http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-02-16/libia-el-tercer-frente-del-isis-asi-se-construye-el-califato-frente-a-europa_1152666/.
(2) Le risque Algérie: Les prédictions pessimistes de Javier Solana. El Watan, http://www.elwatan.com/actualite/le-risque-algerie-les-predictions-pessimistes-de-javier-solana-28-02-2016-315421_109.php.
(3) Fabiano, Riccardo. Paving the Way for Bouteflika’s Succession. Carnegie Endowment for International Peace. Washington DC.
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