Análisis semanal 47: Diplomacia en cámara lenta (2 de febrero de 2016)

Año: 
2016

 

El pasado fin de semana se inició en Ginebra, Suiza, un esfuerzo más de la comunidad internacional por acercar a  algunas de las partes involucradas en el conflicto sirio. Esta nueva iniciativa denominada Ginebra III y coordinada por el mediador de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, da seguimiento a la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU adoptada el pasado 18 de diciembre pasado y que apela a la conformación de un gobierno de transición, la celebración de elecciones bajo supervisión de la ONU y al inicio de negociaciones entre las autoridades sirias y a la oposición.

Si cualquier negociación política en torno al conflicto sirio parece absolutamente intrincada, solo la decisión de quién debe o puede participar parece en sí misma un nudo gordiano. Existe consenso respecto a la exclusión de grupos yihadistas-takfiríes como el Frente al-Nusra o el Estado Islámico de Irak y el Levante (DAESH), sin embargo, muchas de las partes han planteado criterios y condiciones de participación que parecen imposibles de conciliar. Por ejemplo, aunque han viajado a Ginebra, los sectores rebeldes patrocinados por Arabia Saudí y agrupados en el “Alto Comité de Negociaciones” (que incluye a grupos como los Hermanos Musulmanes, el Ejército del Islam o el Ejército Libre Sirio), han afirmado que “no dialogarán con el gobierno del presidente Bashar al-Asad” (1), que por su parte, ha anunciado que no aceptará la participación de dos grupos rebeldes, los “Hombres Libres del Levante” (Ahrar al-Sham y el Ejército del Islam (Jaysh al-Islam), a quienes Damasco considera “terroristas” (2). Por otro lado, también los rusos han descalificado a algunos de los grupos rebeldes sugeridos por los saudíes para participar en las negociaciones alegando que se trata de “yihadistas”. Por otro lado, Moscú apoyó la inclusión de los kurdos, cuya participación fue virulentamente rechazada por Turquía, pero al final, los delegados del Partido de Unidad Democrática (PYD), que representa a buena parte de los kurdos sirios abandonaron Ginebra tras no recibir una invitación del mediador de la ONU para participar en las negociaciones. Se trata de una exclusión sensible, pues los kurdos del PYD son sin duda una fuerza política con una significativa implantación territorial y notables capacidades militares en la lucha contra el DAESH.

Al momento de escribir estas líneas todavía no está claro qué sectores participarán en las negociaciones. Una vez que estas inicien, no se desarrollarán reuniendo “cara a cara” a todas las partes y se espera más bien que las distintas delegaciones sean ubicadas en salas separadas y conformen diálogos indirectos coordinados por el mediador Staffan de Mistura. Más allá de este aspecto formal, no hay muchas razones para anticipar resultados positivos para este nuevo proceso diplomático, especialmente si se toma en cuenta el balance negativo de iniciativas previas como Ginebra I y Ginebra II. Es poco factible que estas negociaciones impliquen, a corto o mediano plazo, una mejora en la protección de la población civil. La diplomacia merece una oportunidad, pero será sin duda un camino largo y tortuoso.

Notas

(1) La oposición siria se declara "optimista" ante una posible solución. El País, 31 de enero de 2016.

(2) Pese a todo, el destino de Siria se decide en las negociaciones de paz. RT en español, 31 de enero de 2016.

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