Análisis semanal 8: Hacia una redefinición de la geopolítica centroamericana (6 de abril de 2015)

Año: 
2015

Los cambios que el mundo ha tenido desde la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética en realidad no han sido suficientes como decir que ya no habrá más transformaciones en las relaciones de las regiones. Por el contrario, el mundo, y en particular Centroamérica, está viviendo hoy un proceso de redefinición de su geopolítica regional donde aquellas luchas ideológicas de Norte-Sur; Este y Oeste son cosa del pasado. Las relaciones entre los países centroamericanos y la Federación Rusa han dado un salto cualitativo en diferentes campos. 

Este resultado nos indica los cambios globales actuales, la constante transición de un mundo unipolar a un mundo multipolar y, en este escenario geopolítico, el rol que juegan hoy geográficamente los países del Istmo, desde Guatemala hasta Panamá. En primer lugar porque los profundos cambios comerciales interoceánicos que experimentan los cinco continentes en el actual despliegue del capital, su concentración, así como apertura de mercados de producción, circulación y consumo de mercancías y valores, responde a la denominada “mundialización del capital”.

La región centroamericana se erige como el “puente estratégico mundial” entre los océanos de mayor flujo comercial ultramarino, el Atlántico y el Pacífico, donde se ubican las potencias Rusia, China, Estados Unidos y Europa. De ahí la importancia de la ampliación del Canal de Panamá, y la construcción del canal en Nicaragua con inversión china. Esta condición geográfica relanza a Centroamérica como la línea divisoria más estrecha entre ambos océanos, por lo tanto, de mayor facilidad para cruzar de un lado a otro. Situación ventajosa para las inversiones masivas de capitales en infraestructura, rutas comerciales marinas, tecnologías de punta aeroespacial, energéticas y militares, entre otras secundarias pero no menos importantes.

En segundo lugar, se trata de un nudo económico entre proyectos como el Tratado de Libre Comercio (CAFTA-DR) donde participa EEUU; el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) donde participan Rusia, China y Japón; y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (ADA). Además del proceso propio de integración con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Los procesos de integración hoy no pertenecen a una región o país, por potencia que sea. Por el contrario, estos procesos de integración son extra regionales y multisectoriales. Las potencias son invitadas a ser parte de estos procesos. Así como se ha delineado la nueva geopolítica del poder en Centroamérica porque se acercan antiguas potencias y potencias emergentes un tanto discontinuas y disímiles unas de otras, pensadas y articuladas en direcciones diferentes y, a veces contrapuestas.       

Y en tercer lugar, la disputa por el liderazgo mundial de bloques regionales de poder económico y político.  Así que la hipótesis vale en el sentido de que hasta ese año el poder real mundial se concentró en estos polos económicos regionales tradicionales como EEUU, Europa y Japón. Sin embargo, las economías emergentes como China, Rusia, India, Brasil, Sudáfrica, integrados en el bloque BRICS, generan un contrapeso con relativa eficacia, y que ha despegado con mayor fuerza en los últimos cinco años, sobre todo a raíz de la crisis sistémica financiera en los otrora centros del poder mundial, Japón, Estados Unidos y Europa.

En este escenario se enmarcan los países Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, y también Panamá. Su situación geopolítica está atravesada por la dinámica, promovida por los Estados mismos, pero además por otros sectores económicos de poder en cada país que demandan estas aperturas de competencia. Los países centroamericanos se han aventurado a impulsar acercamientos con las potencias emergentes, de forma escalonada y gradual, salvaguardando espacios vitales que les permita poder maniobrar adecuadamente ante presiones externas que irían más allá de su propio poder.  

Centroamérica ha desarrollado con Rusia los primeros pasos de reciprocidad y complementariedad diplomática. Esta gradualidad le ha permitido a la región fortalecer los vínculos diplomáticos. Se trata de un alcance "sin ataduras ideológicas", como lo han dejado claro los países de la región, de propuestas diversas y respeto mutuo. Por ejemplo, luego de dos décadas de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, que puso fin a la guerra civil, El Salvador también comenzó a abrir otros nuevos horizontes de relación diplomática con Camboya, Vietnam, Indonesia, Cuba y China. Nicaragua es otro país centroamericano que ha profundizado las relaciones con Rusia. Además de lo económico, social, tecnológico y el turismo, los acuerdos binacionales alcanzan otras áreas de interés mutuo como de Protección de Inversiones, seguridad y cooperación económico-militar en el marco de la lucha contra el crimen organizado, así como la construcción de un centro de entrenamiento para agentes antidrogas.

Honduras celebró recientemente la apertura de su embajada en Moscú después de 23 años de frías relaciones. Es el último país centroamericano que instaló su representación diplomática en Rusia. No obstante, los acuerdos trazados van orientados a los procesos de seguridad, megaproyectos energéticos, infraestructura, y los componentes humanitario, científico y educativo. Guatemala también mantiene un convenio de seguridad y lucha contra el narcotráfico, el cual se encuentra en fase de consolidación. Igualmente está en prospectiva la exploración y explotación energética entre ambas naciones en aguas territoriales guatemaltecas. Además de un centro cultural ruso donde se promueve la cultura y la educación binacional desde el año 2010. Costa Rica ha profundizado sus relaciones culturales con Rusia, y cuenta con proyectos de cooperación en temas relacionados al cine, artes escénicas, museos y modernas bibliotecas. Y con Panamá, que destaca las áreas de seguridad, comercio y educación, y el dinámico puente de desarrollo con el tercer vínculo; además de los dos océanos y su entrada por el Canal de Panamá para acceder a América del Sur.    

El llamado Sistema de Integración Centroamericano (SICA) ha suscrito 22 proyectos de seguridad y lucha contra el crimen organizado, entre ellos mismos, y con otras regionales y con potencias emergentes, afectadas directa o indirectamente con el narcotráfico. Además de programas de integración social y lucha contra la pobreza. Sin embargo, son cinco los ejes temáticos: integración económica, fortalecimientos de instituciones de la integración (ahí que Rusia quiera ser parte del SICA), gestión de riesgos y cambio climático, seguridad y pobreza. Es así como Centroamérica se ubica en el tablero geopolítico mundial. Pero deberíamos preguntarnos si Centroamérica sabrá sacar provecho de esas potencialidades, o seguirá con la carga histórica de región periférica y subordinada. Hoy Centroamérica está frente a un gran desafío donde lo económico y comercial, así como la estabilidad política, les definirá su futuro en el cual la geopolítica que se le impone dirá la última palabra.    

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