Análisis político N°20: La omisión de la intervención internacional en el genocidio de Ruanda en 1994: un análisis de la influencia de los intereses económicos

Año: 
2024

 

  1. Introducción

El tema de la investigación se centra en la omisión de la intervención internacional durante el genocidio de Ruanda en 1994, realizando un análisis de la influencia de los intereses económicos, especialmente la presencia de minerales de alta importancia, desde la perspectiva de la teoría realista. El objetivo general es examinar cómo la falta de consideración de los posibles intereses económicos, incluyendo la presencia de minerales mundialmente relevantes en Ruanda, afectó la respuesta internacional y contribuyó a la falta de intervención durante el genocidio, todo desde una perspectiva de realismo en la política internacional. Seguidamente los objetivos específicos incluyen explorar la presencia y la importancia de los recursos naturales estratégicos, como el coltán y otros materiales de alta relevancia a nivel mundial, en Ruanda. Esto implica identificar a los actores involucrados en su explotación y comprender sus intereses económicos en la región. Además, se busca analizar cómo la atención a estos intereses económicos influyó en la respuesta internacional tardía al genocidio, considerando las decisiones y políticas de los actores internacionales en ese período crítico. Por último, se propone evaluar las consecuencias de la falta de intervención internacional efectiva en Ruanda en 1994, incluyendo su impacto en la seguridad regional. La hipótesis plantea que la ausencia de intervención internacional y la perpetración del genocidio en Ruanda en 1994 se deben, al menos en parte, a la carencia de intereses económicos potenciales en la región. Esta falta de atención se explica mediante la priorización de los actores internacionales en la búsqueda de beneficios económicos y estratégicos en lugar de considerar la prevención del genocidio como una prioridad.

         2.    Metodología

La presente investigación presentará una metodología cualitativa con análisis de contenido. Por lo que para llevar a cabo esta investigación, se comenzará con una revisión bibliográfica exhaustiva que abarcará el genocidio en Ruanda en 1994, la teoría de política internacional del realismo y la influencia de los intereses económicos en la política internacional. Esta revisión permitirá contextualizar el estudio y establecer una base sólida de conocimiento. Seguidamente, se procederá a la selección de documentos de interés, como informes de organismos internacionales, artículos periodísticos y trabajos de investigación relacionados. Este análisis se centrará en identificar patrones y tendencias en la respuesta internacional al genocidio y en determinar si los intereses económicos desempeñaron un papel significativo en esta respuesta. Los resultados de este análisis se compararán con los principios del realismo en política internacional, con el objetivo de evaluar si los intereses económicos se alinean con la búsqueda de poder e interés propio, tal como se describe en la teoría del realismo. Finalmente, se elaborarán conclusiones que reflejen la relación entre los intereses económicos y la respuesta internacional en Ruanda, y se considerarán posibles enseñanzas y recomendaciones relevantes para la política internacional en situaciones similares.

   3.    Marco Teórico Conceptual

3.1 Teoría de Política Internacional del Realismo

El marco teórico se basa en la Teoría de Política Internacional del Realismo, que postula que los Estados son actores racionales que buscan principalmente su propio interés y poder en las relaciones internacionales (Barbé, 1987). Según esta perspectiva, el sistema internacional está compuesto por Estados soberanos, los cuales son actores principales, que compiten entre sí y que la competencia y el conflicto son elementos inherentes a este sistema. Esto debido a que los Estados compiten por recursos, poder y seguridad, y a raíz de la falta de una autoridad central que imponga un orden global, el conflicto y la rivalidad entre Estados son inevitables. Por lo que se tiende a resaltar la importancia de la autodefensa, la maximización del poder y la búsqueda y protección de ventajas estratégicas y sus intereses económicos; incluyendo la adquisición de recursos naturales y el acceso a mercados extranjeros, como características fundamentales de las relaciones internacionales (Waltz, 1979). Por otro lado, igualmente es esencial destacar que las corporaciones multinacionales, por su parte, también persiguen sus intereses económicos a través de inversiones en el extranjero, lo que los convierte en actores internacionales relevantes en el tema, a través de su capacidad de influencia. Aplicando estos principios y tomando en cuenta estos intereses económicos, tanto estatales como corporativos, con respecto al contexto del genocidio en Ruanda, se busca comprender cómo los Estados y otros actores internacionales actuaron en función de sus intereses y cómo esto influyó en la respuesta internacional.

3.2 Reseña de Ruanda

Ruanda es un país ubicado en el este de África Central. Se caracteriza por su geografía montañosa, con numerosos lagos y una biodiversidad excepcional. En el pasado estuvo bajo el dominio colonial; primero de Alemania y luego de Bélgica. Durante la época colonial, se introdujo una división étnica entre los grupos tutsis, que constituían una minoría, y los hutus, que eran la mayoría. Esta división étnica y la discriminación resultante desempeñaron un papel importante en la construcción de tensiones étnicas en el país. Lo que concluyó en el mundialmente conocido genocidio que tuvo lugar en 1994.

3.3 Reseña de los grupos étnicos de Ruanda: Tutsis y Hutus

Los tutsis son un grupo étnico, que constituían una minoría ganadera en Ruanda, los cuales habían mantenido el poder durante décadas y buscaban la independencia de Bélgica en parte de su época colonial. En respuesta, los colonos belgas comenzaron a favorecer a los hutus, grupo étnico que constituía a la mayoría de la población y se dedicaban principalmente a la agricultura. Estas tensiones culminaron en las revueltas de 1959, cuando los hutus derrocaron a los tutsis del poder en Ruanda. (Des Forges, 1999)

3.4 Contexto histórico del genocidio de Ruanda en 1994

El genocidio en Ruanda en 1994 se desarrolló en un contexto de tensiones étnicas profundas que ya fueron expuestas anteriormente. De manera general fue un episodio devastador de violencia étnica que resultó en la muerte de aproximadamente 800.000 personas en un período de sólo 100 días (Des Forges, 1999).  A pesar de las advertencias y las solicitudes de intervención internacional, la respuesta internacional fue limitada y la retirada parcial de la misión de paz de las Naciones Unidas en Ruanda dejó a miles de personas indefensas ante la violencia indiscriminada (Des Forges, 1999). Este trágico evento plantea interrogantes sobre la política internacional, la toma de decisiones de los actores internacionales y la influencia de los intereses económicos en la respuesta internacional.

3.5 Definición de genocidio y raíces históricas del término

Según lo establecido en el artículo 2 de la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948), el genocidio se define como la ejecución de ciertos actos, como el asesinato de individuos pertenecientes a un grupo específico o la causación de graves daños a la integridad física o mental de sus miembros, con la clara intención de aniquilar total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. En esencia, la Convención busca prevenir y castigar estos actos extremos que buscan la destrucción deliberada de comunidades identificables, reconociendo la importancia de proteger la diversidad cultural y la existencia de grupos humanos diversos.

3.6 Actores internacionales clave

En el escenario del genocidio en Ruanda, diversos actores internacionales y grupos locales desempeñaron papeles cruciales. Entre estos actores se encuentra Estados Unidos, como observador, dejó su marca en la falta de intervención, mientras que Francia y Bélgica, antiguos colonizadores, jugaron roles controvertidos. Por otro lado, las Naciones Unidas, a través de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), enfrentó limitaciones críticas en su labor. De igual forma la Organización de la Unidad Africana (OUA) y los Gobiernos de Ruanda, Burundi y Uganda también tuvieron roles importantes. Finalmente se puede destacar a las Fuerzas Armadas de Ruanda (FAR), milicias hutu como las Milicias Interahamwe y el Frente Patriótico Ruandés que contribuyeron al conflicto. Este variado elenco de actores forma una narrativa oscura en la historia africana contemporánea. 

4. Los recursos naturales en Ruanda

La historia del coltán en Ruanda, revela una dualidad asombrosa: milagro y expolio amparado por Occidente. Desde 2014, Ruanda se ha convertido en el principal exportador mundial de coltán, un mineral estratégico utilizado en dispositivos electrónicos y armamento avanzado. Este mineral, conocido como "oro negro", posee propiedades superconductoras cruciales para la tecnología moderna. Sin embargo, detrás de este milagro económico, se oculta una realidad marcada por conflictos, violencia y explotación (Deiros, 2016). La explotación de minerales en Ruanda, en particular el coltán, ha desempeñado un papel crucial en la economía mundial, debido a la creciente importancia económica del tántalo (Ta), elemento que puede ser encontrado en el coltán. Esta importancia económica ha llevado a una creciente preocupación por su disponibilidad limitada y las dificultades asociadas con su extracción en países en conflicto de África Central. Martínez (2021) expone que el coltán, junto con otros minerales como casiterita, wolframita y oro, se extraen en zonas volátiles, financiando violencia armada y violaciones de derechos humanos. En la RDC (República Democrática del Congo), estos minerales, extraídos por mineros locales y grupos armados, se venden en Ruanda y, posteriormente, son revendidos a empresas en China o Malasia antes de llegar a los mercados occidentales. La elevada informalidad de esta explotación ha contribuido a problemas graves, como la explotación infantil, siendo niños el 40% de los trabajadores de la MAPE en 2013, según los datos de World Vision (Martinez, 2021). En consecuencia, la extracción del tántalo que se realiza principalmente a través del mineral coltán, se ve altamente vinculada a conflictos bélicos, violaciones de derechos humanos, explotación infantil y problemas ambientales. La República del Congo y Ruanda, ubicadas en África Central, son las principales fuentes de coltán, lo que vuelve a las regiones focos de estrategia comercial.  Este mineral es esencial para la fabricación como antes fue mencionado, pero además se utiliza en dispositivos electrónicos modernos, generando una alta demanda y una presión significativa sobre su extracción.

La explotación del coltán en Ruanda ha atraído la participación de numerosos actores internacionales y empresas. La situación es alarmante, ya que el tántalo es esencial en productos electrónicos, como celulares, tablets y computadoras, debido a sus propiedades únicas en los condensadores. A partir de esto la UE (Unión Europea) clasifica al tántalo como un “elemento crítico”, y su presencia en la mayoría de los dispositivos electrónicos lo convierte en un recurso estratégico (Pons, 2022). Su extracción, sin embargo, conlleva desafíos significativos, incluyendo diversos conflictos, como cuando militares de Ruanda invadieron Zaire en 1996. Lugar en el que se deshicieron de todos los “genocidas” restantes que escaparon, aunque en realidad se encontraban en una misión para asegurar el control de las enormes reservas minerales del Congo para Ruanda y sus aliados occidentales (Deiros, 2021).

La demanda creciente y la limitada reserva de tántalo resaltan su importancia económica, por lo que muchos Estados buscan la forma de apropiarse del mismo con cualquier método posible y además se abre la necesidad de explorar métodos de extracción sostenibles. Esto debido a que además de ser difícil de conseguir, presenta desafíos económicos y medioambientales en su extracción y reciclaje. Actualmente, solo el 1% del tántalo se recicla, en contraste con metales preciosos con tasas de reciclaje del 90%. La complejidad de los métodos de extracción, la baja concentración del metal y la presencia de niobio en el coltán dificultan el proceso (Pons, 2022). La falta de viabilidad económica en los métodos de reciclaje tradicionales plantea la necesidad de desarrollar enfoques más efectivos. La concentración del tántalo en los residuos de condensadores, su importancia en las tecnologías modernas y la limitada disponibilidad de este recurso resaltan la urgencia de abordar la gestión sostenible de este elemento. Según el economista galardonado con el premio Nobel, Milton Friedmann, la producción de un simple lápiz requiere una cadena de cooperación global. La madera proviene del estado de Washington, y su fabricación implica procesos que se extienden por todo el mundo, desde Sudamérica para el grafito comprimido hasta el mineral de hierro para el acero. Esta complejidad refleja el grado de interdependencia en la economía globalizada. El comercio internacional, que representa el 30% del total del PIB mundial, ha experimentado un aumento significativo desde 1970 según el Banco Mundial. Lo que deja entrever la interrelación comercial de cualquier material y los beneficios que plantea para la globalización, así que en consecuencia se propone que, algunos actores han aprovechado esta complejidad para la explotación de recursos ilícitos, como el coltán en la República Democrática del Congo (RDC), que es equivalente al 80% de las reservas de coltán del mundo (Martínez, 2021).

A raíz de lo expuesto con anterioridad se ha desentrañado la compleja relación entre la explotación de minerales estratégicos, especialmente el coltán en Ruanda, y su conexión histórica posterior al genocidio de 1994. Esto sugiere que, durante el genocidio, Ruanda no ocupaba un lugar destacado en términos de intereses económicos, lo que podría explicar la falta de prioridad para la intervención internacional. Desde la perspectiva realista, se plantea la idea de que la ausencia de intervención puede entenderse, al menos en parte, a través de la priorización de intereses económicos y estratégicos por parte de los actores internacionales. Por otro lado, se destaca que los Estados a menudo recurren a medios encubiertos para lograr sus objetivos sin comprometerse oficialmente, como se evidencia en la relación de extracción ilegal de minerales entre Ruanda y el Congo. La competencia constante entre Estados por recursos estratégicos, en particular el coltán en la región este de la República Democrática del Congo, se alinea con la naturaleza competitiva del sistema internacional, lo que arroja luz sobre la realidad de las extracciones minerales en esta región. Se destaca que, más que ser propio del Estado ruandés, la explotación de minerales es un beneficio que reside en la región de África central, especialmente en el Congo, que es el verdadero portador de la mayoría de las minas de coltán, siendo poseedor del 80% de estas en el mundo. Esta perspectiva ilustra que Ruanda, en sí misma, carecía de un potencial significativo en el comercio de minerales, pero los acontecimientos posteriores al genocidio le brindaron la oportunidad de justificar la extracción de minerales del Congo bajo la premisa de llevar "justicia" a su pueblo, tras el atroz acto de 1994. Así que a partir de lo planteado surgen interrogantes más amplias sobre si más que un hito en el derecho internacional, el genocidio en Ruanda, también plantó una semilla de posibilidades comerciales, que hoy en día juegan un papel crucial en su desarrollo económico y lo que este plantea para el futuro ruandés.

5. Política internacional y respuesta limitada

Maina (1997) relata que, en la primavera de 1994, Ruanda fue testigo de uno de los genocidios más atroces de la historia, donde más de 800.000 personas perdieron la vida en un violento baño de sangre. La planificación meticulosa y la propaganda racista difundida por la Radio-Télévision Libre des Mille Collines alimentaron el odio, incitando a la violencia contra los tutsis, identificándolos específicamente como "inyenzi". Este genocidio, ejecutado con macabra eficiencia, involucró a diversos segmentos de la sociedad ruandesa, desde profesionales hasta milicias como los interahamwe e impuzamugambi. Durante esta tragedia histórica es importante enfatizar que, al momento de su ocurrencia, un contingente de las fuerzas de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz se encontraba en el lugar para realizar la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (más conocida como UNAMIR) esto debido a era el responsable de facilitar las negociaciones de paz entre el Gobierno hutu de entonces y el Frente Patriótico Ruandés de predominancia tutsi (FPR). De igual forma, previo a la ola de asesinatos, el general Romeo Dallaire envió un fax advirtiendo sobre la proximidad de la matanza, pero este fue ignorado y además los Estados miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se rehusaron a responder con tropas adicionales. Lo que sentaría un precedente en el que deliberadamente la comunidad internacional negaría la respuesta y ayuda inmediata a la catástrofe ocurrida en Ruanda durante 1994.

A partir de esto se puede decir que la respuesta internacional al genocidio en Ruanda se caracterizó por una demora significativa y una cuidadosa evasión del término "genocidio" por parte de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, quienes prefirieron la expresión "actos de genocidio". Este cambio semántico tuvo consecuencias sustanciales al no desencadenar la intervención inmediata que la designación precisa habría implicado. Dos factores clave marcaron la posición internacional en este contexto. En primer lugar, el temor a revivir los acontecimientos en Somalia, especialmente en la batalla de Mogadiscio en 1993, influyó en la resistencia de Estados Unidos a participar en misiones de la ONU que no afectarán directamente sus intereses. En segundo lugar, el veto constante de Francia y la oposición de países como Bélgica, motivado por sus intereses económicos en la región, bloqueó cualquier intervención directa (Departamento de Seguridad Nacional, Gobierno de España, 2019).

De manera que se deja entrever que Ruanda al no poseer ningún tipo de punto estratégico, como el coltán que posteriormente “se descubrió”, que lo posicionará como un interés económico de mayor rango, no fue tomado en cuenta y más bien se aprobó indirectamente la tragedia que le sucedió al territorio ruandés. Por lo que no fue hasta el 22 de junio de 1994 que el Consejo de Seguridad autorizó a las fuerzas francesas a enviar una misión humanitaria, llamada la Operación Turquesa, lo que para algunas personas representó la forma en que se intentó encubrir la fallida respuesta que se le dio al caso. Lo que desembocaría finalmente en la disculpa pública de las Naciones Unidas el 16 de abril de 2014, en el vigésimo aniversario del genocidio, en la que se destacó la tardanza y la limitación de la respuesta internacional, subrayando la pérdida de vidas humanas que podría haber sido evitada con una acción más rápida y decisiva (Departamento de Seguridad Nacional, Gobierno de España, 2019).

En relación con la respuesta internacional limitada y poco eficaz se puede intuir la poca responsabilidad y atención que la comunidad internacional mantuvo con Ruanda. Además, que a pesar de las múltiples advertencias y evidencias acerca de lo que ocurriría fue ampliamente ignorado la llamada de “ayuda” por parte de Ruanda hacia distintos Estados y entidades. Consecuentemente se expone un fragmento de un informe de la comisión de investigación sobre los archivos franceses relativos a Ruanda y al genocidio de los tutsis que refuerza las acciones que se expusieron anteriormente por parte de la comunidad internacional:

La crisis ruandesa terminó en desastre para Ruanda y en derrota para Francia. ¿Significa por ello que Francia es cómplice del genocidio de los tutsis? No hay en los archivos consultados elementos en sustento de esta tesis, entendida como una voluntad de asociarse al proyecto genocida. Francia, no obstante, sí se implicó largo tiempo al lado de un régimen que alentaba masacres racistas. Permaneció ciega ante la preparación de un genocidio por parte de los elementos más radicales de este régimen. Hizo suyo un esquema binario que oponía, por un lado, al amigo hutu encarnado en el presidente Habyarimana y, por otro, al enemigo calificado de ‘ugandés-tutsi’ para referirse al FPR. En el momento del genocidio, tardó en romper con el Gobierno Provisional que lo estaba llevando a cabo y siguió considerando la amenaza del FPR como su máxima preocupación.

La France, le Rwanda et le génocide des Tutsi (1990-1994)”, Informe de la Comisión de Investigación Sobre los Archivos Franceses Relativos a Ruanda y al Genocidio de los Tutsis. (Duclert, 2021)

Con este informe se refleja cómo las potencias mundiales (en especial Francia, antiguo colonizador de Ruanda junto con Bélgica), guiadas por intereses nacionales y la "Razón de Estado", pueden priorizar la búsqueda de beneficios sobre consideraciones morales, como ilustra el caso de Francia en Ruanda. En un entorno anárquico donde la moralidad a menudo se subordina a los intereses nacionales, el realismo prevalece, y las acciones pueden considerarse legítimas según los objetivos del Estado. La disyuntiva entre la política exterior funcional y ética se presenta como un desafío, y el realismo, con su enfoque en los intereses y el poder, sigue siendo un paradigma central en las relaciones internacionales. (Cvitanic, 2014) Además, es esencial destacar que este informe pone de manifiesto la complejidad y la ambigüedad que rodea la toma de decisiones en materia de política internacional. La relación entre la búsqueda de beneficios y la moralidad en las acciones de las potencias mundiales enmarcan la tensión constante entre los objetivos pragmáticos y los principios éticos. Asimismo, el papel de la "Razón de Estado" como justificación para acciones que podrían considerarse inmorales, resalta la influencia perdurable del realismo en la arena internacional. Por lo cual este paradigma, al poner énfasis en la maximización del poder estatal y la consideración de los intereses nacionales como prioritarios, plantea preguntas fundamentales sobre la viabilidad de una verdadera ética en un contexto internacional anárquico. Consecuentemente la interacción entre estos elementos complejos deja la entrada abierta a una visión más completa de las dinámicas que moldean las decisiones de la política internacional, principalmente las que incluyen a las potencias mundiales.

6. Consecuencias de la falta de intervención

La región de los Grandes Lagos ha experimentado un profundo impacto derivado del genocidio en Ruanda, extendiendo sus raíces a través de las complejas dinámicas regionales. Un caso emblemático que ilustra estas consecuencias es el de la República Democrática del Congo (RDC), donde la tragedia ruandesa desencadenó eventos que siguen resonando en la actualidad. Eventos que incluyen la anteriormente mencionada invasión a Zaire en 1996, lugar en el cual se perpetraron actos violentos que incluyen el asesinato, tortura y violación despiada hacia cerca de un millón de inmigrantes refugiados que escaparon de Ruanda luego del genocidio. Aunque además de estos actos atroces el presidente ruandés Paul Kagame, quién es ex-militar, reconoce que el verdadero objetivo de la misión a Zaire recaía en un objetivo geoestratégico para apoderarse de las tan llamativas reservas de coltán y algunos otros minerales. Lo que en total se aproxima que equivale y hasta supera el PIB anual de Estados Unidos (Deiros, 2016).

A partir de la dinámica entre Ruanda y el Congo, la cual se ha visto marcada por la explotación de minerales estratégicos como el coltán, se presenta como un vivo ejemplo de la astucia política en el marco del realismo en las relaciones internacionales. Anas y Pampliega (2018) afirman que a pesar de no poseer grandes yacimientos conocidos, Ruanda se revela como el principal exportador mundial de coltán, de manera que anuncia una hábil manipulación de las dinámicas regionales para maximizar sus propios intereses, a partir de movimientos cuestionables. Esta paradoja geológica, donde un país más pequeño domina la exportación de un recurso que no abunda en su territorio, expone consideraciones éticas pueden ser desplazadas según se exponga la alternativa más viable según cada Estado. De igual forma destaca las capacidades de adaptación que con los años este Estado ha ido formando.

En este escenario complejo, la explotación ilícita de recursos, particularmente del coltán, emerge como un vínculo intrínseco entre Ruanda y actores internacionales. La continuidad de métodos que abarcan desde el control directo de la extracción hasta alianzas con empresas internacionales revela la profundidad de esta problemática. En concordancia con el informe de 2001 de la ONU sobre Congo, que afirma que "hasta el 60 o el 70% del coltán producido en el este de la RDC era transportado de esta manera a Ruanda" (Deiros, 2016), queda patente la persistencia de prácticas comerciales ilícitas que han alimentado la tensión regional. Este comercio clandestino no sólo ha perpetuado el conflicto en la región de los Grandes Lagos, sino que también ha contribuido de manera directa a la escalada de violencia y violaciones de los derechos humanos. La explotación soterrada de los recursos congoleños, orquestada por diversos actores, resalta la capacidad de repercusión que pueden tener las consecuencias de actos infundados que se alejan de la ética y la moral. Así que como ha sido mencionado la falta de intervención internacional efectiva ha dejado un rastro de violaciones continuas por parte de Ruanda en la región. Como Deiros (2016) indica a partir de que Ruanda había implantado ya una “economía de guerra” se perpetuó el conflicto y las terribles violaciones de derechos humanos, lo que persiste aún incluso después de la retirada formal de las tropas ruandesas en 2002.

Particularmente, se debe resaltar que la explotación ilegal de recursos ha continuado a través de diversas estrategias, como la creación de cooperativas de mineros para disfrazar el expolio. A pesar de los intentos de regulación, el gobierno de Ruanda, grupos armados locales y actores occidentales siguen presentes en la explotación de los recursos congoleños. Deiros (2016) indica que la certificación obligatoria para empresas importadoras de minerales de conflicto, como el coltán, introducida por la ley Dodd-Frank en 2014, ha tenido más bien, un impacto limitado debido a la dificultad de rastrear el origen de estos minerales. Lo que conlleva a que este fenómeno plantee preguntas sobre la efectividad de las medidas internacionales y la necesidad de un enfoque más riguroso, posibilite soluciones verdaderamente viables. Por otro lado, la tolerancia hacia Ruanda, a pesar de su participación en la explotación de recursos del Congo, destaca la complejidad de las relaciones internacionales y cómo los intereses geopolíticos pueden prevalecer, de manera que se comprende que a muchos Estados o empresas no les interesa frenar estas operaciones debido al beneficio que les repercute. Como sostiene el abogado Jordi Palou, esta tolerancia se debe a que el presidente ruandés "es el hombre de Estados Unidos y de Reino Unido en esa región estratégica" (Deiros, 2016). Esta dinámica subraya las implicaciones más amplias de la falta de intervención efectiva y plantea cuestionamientos sobre la coherencia de los esfuerzos internacionales para abordar las violaciones de derechos humanos, alegando que, así como Francia y otros Estados involucrados durante el genocidio de 1994, permanecieron en “la ignorancia de la situación” cada quién “puede permanecer en la ceguera” si eso implica el cumplimiento de sus intereses.

El ascenso abismal de Ruanda como líder mundial en la exportación de coltán desde 2014 no solo desafía las limitaciones geológicas, sino que redefine su estatus en el escenario internacional (Deiros, 2016). A pesar de su tamaño y recursos aparentemente limitados, Ruanda ha captado la atención de potencias globales que previamente la subestimaban. Este nuevo papel no solo está arraigado en la explotación histórica de recursos en el Congo, sino que también plantea falacias éticas alrededor del comercio internacional y la responsabilidad compartida en prácticas perjudiciales involucradas en este contexto; prácticas que rebasan desde la compra ilegal de minerales, hasta la malversación de recursos naturales (Anas y Pampliega, 2018). La conexión intrincada entre el genocidio en Ruanda, la falta de intervención internacional y las implicaciones económicas en los Grandes Lagos toma forma con la explotación de recursos, especialmente el coltán, como elemento central. De manera que este análisis busca trascender la superficie de las relaciones internacionales, destacando la necesidad de aprender de manera holística las violaciones de derechos humanos y las prácticas económicas en la región. Ruanda, con su transformación en un actor económico estratégico, no solo desafía las expectativas, sino que también plantea un llamado urgente a la acción global para forjar un futuro más ético y equitativo en esta parte del mundo.

7. Conclusiones

A manera de conclusión, inicialmente se puede afirmar que la hipótesis es confirmada, esto debido a que se argumenta que, durante el genocidio, Ruanda no ocupaba un lugar destacado en términos de intereses económicos, lo que podría explicar la falta de prioridad para la intervención internacional. Además, se destaca que la explotación de minerales estratégicos, como el coltán, ha desempeñado un papel crucial en la economía mundial, y la falta de intervención puede entenderse, al menos en parte, a través de la priorización de intereses económicos y estratégicos de los actores internacionales. Por lo que la presente investigación pretende arrojar luz sobre una realidad impactante y perturbadora: la falta de intervención internacional durante el genocidio en Ruanda en 1994 parece haber estado intrínsecamente vinculada a la atención de intereses económicos destacados en la región en ese momento. Este hallazgo, aunque sutil, añade un elemento de dramatismo a la narrativa histórica, que se ha venido contando a través de los años, con respecto a estos sucesos. Mientras Ruanda sufría una de las peores tragedias humanas, la ausencia de una respuesta contundente por parte de la comunidad internacional revela un oscuro patrón de priorización de beneficios económicos y estratégicos sobre la vida humana. La explotación de minerales estratégicos, como el coltán, emerge como un telón de fondo significativo, donde los intereses geopolíticos y económicos parecían prevalecer sobre la ética y la responsabilidad moral. Esta perspectiva se despliega a medida que se profundiza en cómo la falta de intervención no solo fue una omisión histórica, sino también una elección basada en la relatividad de los intereses económicos en juego. La tragedia ruandesa, que podría haber sido mitigada con una intervención oportuna, se convierte así en un recordatorio sombrío de las complejas prioridades que moldean las acciones de los actores internacionales en el escenario global.

En última instancia, es necesario destacar una reveladora verdad desde la perspectiva de esta investigación sobre las secuelas del genocidio en Ruanda y cómo sus raíces trágicas se extienden hacia el presente, especialmente en la región del Congo. La falta de intervención internacional durante el genocidio no solo dejó un legado de sufrimiento humano y negligencia moral, sino que también abrió una puerta para la explotación económica despiadada en el Congo. Esta conexión entre la tragedia ruandesa y la explotación del coltán en el Congo demuestra cómo los intereses económicos han tejido una red compleja de consecuencias. Ruanda, ante la falta de atención internacional y la impunidad por sus acciones, ha surgido como un actor clave en el mercado del coltán, redefiniendo su estatus económico. Por lo que la realidad afrontada plantea cuestionamientos éticos sobre cómo la ignorancia de los intereses económicos detrás del genocidio ruandés ha permitido que países y empresas se beneficien hipócritamente de los recursos extraídos ilegalmente del Congo. Así, la tragedia inicial ha llevado a una tragedia continúa en la región, alimentada por la indiferencia inicial y la explotación posterior. De esta manera la historia trágica de Ruanda no sólo evidencia la vulnerabilidad de la humanidad ante la indiferencia internacional, sino que también plantea una dura reflexión sobre cómo, a menudo, los intereses económicos eclipsan la justicia y la ética, permitiendo que la tragedia inicial engendre ciclos interminables de sufrimiento y explotación en el corazón de África.

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