Análisis semanal 485: El Salvador: Bukele y su totalitarismo ascendente (06 de marzo de 2023)

Año: 
2023

 

Coyuntura actual

Actualmente los ojos del mundo están sobre la región centroamericana una vez más, y sí, otra vez por conflictos bélicos y violencia. Al contrario de las veces que la frase anterior ha cobrado sentido, en esta ocasión el mundo -casi- entero aplaude lo que está ocurriendo y anhela que se emulen las acciones en sus respectivos países. Ya a este punto, quien lee el presente escrito puede deducir la temática central del mismo: la coyuntura actual salvadoreña.

Según una encuesta realizada por el Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA, 8 de cada 10 habitantes salvadoreños aprueba la gestión de Nayib Bukele al mando del país centroamericano, esto al cierre del año anterior, 2022 [1]. Para ese entonces la que era la preocupación principal de la muestra de la encuesta, se evidenciaba en los diarios casos delictivos asociados a las maras que, como de costumbre, azotaban a El Salvador [2].

La suma de 1+1 es 2 y la suma de la popularidad del presidente “cool “en ascenso, más atacar de golpe la principal problemática del país, es igual a un Estado de excepción, violaciones a los Derechos Humanos de miles de personas, la apertura de una megacárcel, el traslado de más de dos mil mareros a esta última, la aprehensión de miles de habitantes (muchos de ellos inocentes) y la ascensión de Bukele como mesías de El Salvador. Si la fórmula fuera matemática sería bastante sencilla, no obstante, mi enfoque no permite analizar fenómenos sociales únicamente mediante números, datos y estadísticas, para todo esto hay un trasfondo, mismo que en las próximas líneas será expuesto.

Uso de la fuerza

En primera instancia, vamos a remitirnos a uno de los conceptos más epistémicos de la Ciencia Política: el poder. Vallés (2008) indica que el poder político se entiende como la capacidad coactiva de intervenir en el conflicto social [2]; y bajo esta misma línea, las aristas científicas de la política permiten incluir dentro del uso del poder el ejercicio de la fuerza o la violencia en caso de ser necesaria. Evidentemente, bajo una concepción -medianamente- utópica, tanto la fuerza como la violencia no deberían ser necesarias, sin embargo, se sabe que pueden existir diversos panoramas en los cuales éstas se vuelven estrictamente obligatorias.

Ahora bien, el caso de El Salvador es todo un tema de investigación, artículo científico, e incluso, tesis; empero, para abordarlo en este análisis semanal, vamos a recapitular los principales hechos que causan la coyuntura actual.

Orígenes

La región centroamericana atravesó desde finales de los setenta y durante los ochenta, una serie de conflictos bélicos armados derivados del triunfo de la revolución sandinista, la intervención estadounidense en los territorios, las guerras civiles, entre otros. Dichos acontecimientos obligaron a muchas personas a migrar de su tierra, y con la idea de cumplir el tan anhelado sueño americano, llegaron a los Estados Unidos. Con el pasar de los años, los salvadoreños se juntaron en las calles de Los Ángeles, California, y para continuar con la tónica angelina del momento, formaron una pandilla integrada por salvadoreños, en su gran mayoría, así como nicaragüenses, hondureños y guatemaltecos [3]. Para los años noventa, lo que inició como una pandilla de barrio se transformó en una grande organización trasnacional criminal, y el gobierno de los Estados Unidos inició un periodo de deportaciones masivas a los países de origen, mismos que estaban recuperándose de la crisis recién vivida [4].

No se puede decir que Guatemala, Honduras y Nicaragua abordaron la situación de manera ejemplar, sin embargo, las afectaciones y el crecimiento de las pandillas, a las que se les denominó maras, gangs en inglés, no fue tan abrupto como si lo fue en El Salvador. Políticas públicas basadas en los intereses de unos cuantos, la formación de una generación que no estudiaba ni trabajaba viviendo de las remesas que sus familiares les enviaban de Estados Unidos, la deportación masiva por parte del gobierno norteamericano, el aumento de la pobreza y el desempleo, así como las repercusiones inmediatas de la crisis de los ochenta, aunado a un gobierno que poco o nada le importaba los intereses de la población, y sumado a la destrucción masiva generada por el huracán Mitch en 1998, así como la no obligatoriedad al servicio militar, provocaron la consolidación de las maras ya no como una pandilla de barrio, sino como una organización terrorista arraigada en lo más profundo de la idiosincrasia salvadoreña [5].

Efecto Bukele

Entendiendo un poco los orígenes de las maras en el Salvador, además de saber que los gobiernos recientes gestionaron de manera decepcionante y que tomaron medidas muy escasas para erradicar las maras, por el contrario, se dice incluso que tenían vínculos cercanos, así como financiamiento; aparece entonces el que fuese alcalde de Nuevo Cuscatlán en 2012, posteriormente alcalde de San Salvador en 2015, y quien ascendiese al poder presidencial en 2019, Nayib Bukele.

Bukele, un actor controversial por sus posiciones políticas, primero de izquierda, luego de derecha y actualmente según él, de centro, aunado a sus declaraciones en contra de las maras, tomaría el poder salvadoreño en 2019. Poco a poco se fue viralizando en redes sociales por su manera virtual de gobernar, siendo seguido por millones en Instagram, Tiktok y Twitter. Para 2020, en medio de la pandemia, tomó decisiones que luego les cobraría factura a las finanzas del país, pero exoneró servicios básicos y brindó bonos de gobierno a todos los y las habitantes. Entre 2021 a 2022 causó un alza en los números negativos del Estado, ya que al implementar como moneda oficial el bitcoin las pérdidas fueron mayores que las ganancias. Por lo que, siguiendo su tónica populista, y aprovechando que se acerca el periodo electoral, 2024, desde inicios del año anterior 2022, decidió cumplir con una de sus mayores promesas: erradicar con las maras.

Es así como desde hace un año, en marzo del 2022 se instaura un Estado de excepción en El Salvador, que, según la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, es entendido como:

«Es aquel conjunto de medidas que tiene por finalidad conjurar una situación originada en un Estado de guerra Exterior, grave perturbación del orden público que atente de manera inminente contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado, o la convivencia ciudadana o cuando se presente perturbaciones del orden económico, social o ecológico o que constituya grave calamidad pública. Los estados de excepción deben tener en cuenta que solo pueden referirse a materias directamente relacionadas con la situación que determino la declaratoria, no podrán suspender los de Derechos Humanos ni las libertades fundamentales y se deben igualmente respetar el Derecho Internacional Humanitario.» [6].

Desde entonces, este Estado de excepción ha tenido más de diez prórrogas con la finalidad de detener a la mayor cantidad de mareros; sin embargo, al no prohibirse la aprehensión arbitraria, no solo se tienen presos a mareros identificados, existen ahora aproximadamente más de 2000 personas desaparecidas que no tienen relación con las maras, cifra que en los primeros meses del año anterior era de alrededor de 600 personas [7].

De igual modo, comprendiendo que las decisiones de Bukele se asemejan en su totalidad con la definición de Totalitarismo, entendida como:

«Un sistema en el que se ejercitan, sin restricciones y por liderazgos centralizados de un movimiento elitista, instrumentos tecnológicamente avanzados de poder político para llevar a cabo una revolución social total, que incluya el condicionamiento del hombre, de acuerdo con una ideología arbitraria proclamada por el liderazgo en una atmósfera de unanimidad coercitiva del conjunto de la población.» [8]

Análisis

Ahora bien, quiero a partir de acá, entendiendo todo lo que existe detrás de los títulos de los diarios, las portadas de las noticias y las miles de imágenes, realizar un análisis basado en las violaciones a los Derechos Humanos, así como las posibles repercusiones en el plano internacional, que, estas decisiones totalitarias de Bukele están provocando y repercutirán a futuro.

Evidentemente es preocupante y alarmante la situación en su totalidad, lo ha sido desde los ochenta cuando inició todo, sin embargo, la falta de atención y el ejercicio de la política de manera equívoca provocó lo que ahora estamos observando. Entiendo y estoy completamente de acuerdo que las maras es un problema que lleva atormentando a la población salvadoreña desde hace más de veinte años. Personalmente considero que son una organización terrorista que se debe erradicar, y sí, con medidas drásticas; pero, en este caso, el famoso refrán “matando al perro se acaba la rabia” no aplica, ya que la rabia esta contagiada y se va a seguir propagando si no se toman medidas que acaben con la enfermedad y no con el perro.

Es decir, la analogía anterior quiere dar a entender que, encerrar a 60 mil mareros en una megacárcel no va a erradicar con un problema sistemático de muchísimos años, no se puede combatir un conflicto nacional y desaparecer un Estado de facto como lo son las clicas (agrupaciones líderes dentro de las maras) de la noche a la mañana.

Las violaciones a los Derechos Humanos son claras y notorias, se evidencian incluso cuando Bukele dice que los presos no van a recibir un solo grano de arroz como comida. Quiero aquí generar un paréntesis y pedirle a usted como lector que trate de ponerse en la posición de una familia salvadoreña que ha sido afecta por las maras durante años; probablemente diría lo mismo que dice Bukele, sin embargo, un líder político en la época actual simplemente no puede replicar discursos dignos de emperadores de la Antigua Roma o de uno que otro dictador europeo del siglo anterior.

En un totalitarismo ascendente como el salvadoreño, el irrespeto a los Derechos Humanos es solo el preámbulo para todo lo que puede conllevar; ejemplo de ello es el inicio del genocidio causado por la Alemania Nazi de Hitler, primero con los judíos, posteriormente personas negras, con discapacidad, de otras religiones… terminando con lo que ya todos conocemos, millones de muertos a causa de un líder totalitario.

A saber, las acciones que ahora Bukele está haciendo generan la aprobación de la población salvadoreña, se gana el respeto de casi todo el mundo, provoca que en diarios de todos los continentes salga su rostro tal cual Mesías, y todo esto es casualmente cerca de la época electoral que se avecina en El Salvador, y justo en medio de las críticas por el manejo de las finanzas salvadoreñas luego del fracaso que fue el bitcoin.

Igualmente, ya desde Estados Unidos, así como organizaciones no gubernamentales, se dice, y se asegura, que mientras Bukele se consolida como el presidente de la mano dura contra las maras, funcionarios de su gobierno, con indicaciones expresas de él, estuvieron negociando con los líderes de las clicas. Este último párrafo lo escribo para saciar la información aquí escrita, mas no para argumentar, ya que todo esto son rumores y noticias generadas en los últimos días.

No obstante, la comunidad internacional, las grandes potencias que ya se expresaron al respecto, los presidentes y dirigentes de la región latinoamericana, como Xiomara Castro de Honduras, Gustavo Petro de Colombia, e incluso Nicolás Maduro de Venezuela y su colega con el que solo comparte ser presidente de un país, Rodrigo Chaves, mencionaron su oposición y críticas a lo realizado por Bukele y su gobierno; evidenciando lo mal posicionado que estas acciones dejan al país.

Reflexiones finales

Una problemática de más de veinte años se tenía que atacar con medidas drásticas, sí, pero con medidas pensadas, estudiadas y analizadas para favorecer a toda la población, respetar los Derechos Humanos y así poder posicionar al país como una nación respetable por los otros Estados y no solo por personas que dejan sus opiniones en redes sociales.

Asimismo, la violencia sistemática no solo salvadoreña, sino centroamericana, es eso, sistemática; es decir, existe toda una serie de hechos que causan lo que hasta la fecha repercute en países que de por sí ya son pobres y rezagados. Tal como lo dije anteriormente, en este caso no se puede matar al perro para acabar con la rabia, cuando ya ésta ha sido propagada; se deben generar políticas públicas que entiendan la realidad actual, y que a su vez, empaticen con el trasfondo, mismo que abarca años de problemáticas estructurales.

Por último, pese a que Bukele en este instante sea el presidente cool, el líder ejemplar y el candidato favorito para la reelección del año 2024; El Salvador ahorita mismo es un Estado terrorista, encarcelador, irrespetuoso de los Derechos Humanos y totalitario; y esto no afecta a las maras, esto afecta y va a afectar a largo plazo a la población, la misma población que lleva toda la vida siendo atormentada por los líderes políticos y por las maras desde hace muchos años.

Notas

[1] Espinoza, Claudia. "Encuesta UCA: régimen es el pilar de popularidad de Bukele". La Prensa Gráfica, 20 de enero de 2023.

[2] Ciencia política: una introducción. Editorial Ariel, 2000.

[3] Cantillo, Jorge. "Historia criminal de la Mara Salvatrucha: cómo pasó de pandilla callejera en Los Ángeles y El Salvador a organización terrorista". Infobae, 24 de enero de 2021.

[4] Íbid.

[5] Íbid.

[6] "Estado de excepción". Consultado el 1 de marzo de 2023. https://www.corteidh.or.cr/sitios/tesauro/tr733.htm.

[7] WOLA. "Corrupción y Régimen de Excepción en El Salvador: una democracia sin oxígeno". WOLA: Incidencia a favor de los Derechos Humanos en las Américas, 24 de septiembre de 2022.

[8] Niemand, Javier. Hitler: La ira y la rabia de una "victimización" : ¿Corremos el riesgo de vivir una segunda parte en el S. XXI? San Vicente, Alicante: Editorial Club Universitario, 2013.