Análisis semanal 178: ¿Es el fin de la era Mugabe en Zimbabue? (22 de noviembre de 2017)

Año: 
2017

 

Después de casi cuarenta años de estar en el poder de Zimbabue, un país sin acceso al mar en el sur-este del continente africano, Robert Mugabe renunció luego de que la fuerza militar tomara control de la ciudad de Harare el pasado 14 de noviembre, le pusiera en arresto domiciliario y comenzaran llamados para su destitución. Las Fuerzas de Defensa de Zimbabue tomaron el control de la compañía nacional de radio y otros puntos estratégicos alrededor de la capital, con el fin de lidiar con los criminales que habían llevado a Zimbabue los problemas económicos. Una semana después, se había llamado al ex vicepresidente Emmerson Mnangagwa para volver del exilio y tomar el poder. Se ha vinculado su retorno con el apoyo que mantuvo de las Fuerzas de Defensa, y tensiones recientes con la Primera Dama Grace Mugabe, sobre quien tomaría el poder luego de la muerte de Mugabe, quien tiene 93 años (1).

Fieles a su actual “padre de la patria”, los militares han prometido darle inmunidad a Mugabe, y mantenerlo mediante una pensión “generosa”. Es claro que pese haber perdido el favor del pueblo, Mugabe mantiene su respeto, ya que le han facilitado beneficios e inmunidades a sus familiares y personas de confianza, le han permitido mantener sus negocios y su residencia en Zimbabue. Es un acuerdo precario, no obstante, dado que se ha exigido en el pasado el exilio para quienes podrían ser una amenaza al poder. Cuando Mnangagwa asuma el poder, será interesante observar si la permanencia de Mugabe en Zimbabue no le presenta más de una amenaza: primero, en la posibilidad de que recupere la lealtad de los militares, los ministros y el pueblo, y segundo, que el pueblo proteste al enterarse de la extensión de este paquete tan generoso que le están ofreciendo, dadas la crisis económica que atraviesan: el 80% de desempleo y el alto índice de pobreza (2).

Mnangagwa había sido el segundo al mando del gobierno de Mugabe desde la guerra de independencia en los años 60, sin embargo, fue destituido a finales de octubre por “deslealtad, irrespeto, falta de honestidad y de confianza”, lo cual provocó que algunos generales mencionaran que no seguirían a alguien que no peleo en la guerra por independencia (3). Mnangagwa no solo peleo en la guerra con Mugabe, sino que compartieron tiempo en la guerra y hasta en prisión antes de llegar juntos al poder, y ser acusados de violaciones a los derechos humanos y corrupción. Entre otros casos, se le acusa de haber llevado a cabo limpiezas étnicas en los 80s contra los Ndebeles, a través de su liderazgo de los servicios de inteligencia. Él ha insistido que los culpables fueron los militares. En efecto, su apodo “El Cocodrilo” hace referencia a esta reputación dura y despiadada (4).

El hecho que promueve la inversión en el emprendedurismo y que ha tenido buenas relaciones con China ha hecho pensar al pueblo que podría fomentar mayor libertad económica, con un control político que evite la corrupción. Asimismo, en su más reciente discurso antes de tomar el poder, mencionó sus planes para crecer la economía y crear más trabajos, promover una nueva democracia, con elecciones “limpias y libres” para el próximo año, donde posiblemente él mismo participaría (5).  No obstante, no deja de ser controversial el apoyo recibido, ya que no es el cambio que el país ha buscado para salir de la crisis económica y la corrupción.

En el ámbito internacional, los Estados están respondiendo con cautela ante una situación que es un evidente golpe de Estado.  De los que han hecho comentarios públicos, el Embajador de Estados Unidos mencionó que había sido esperanzador ver a la gente en las calles, emocionados sobre un nuevo comienzo. Sin embargo, Zimbabue actualmente está bajo sanciones económicas de parte de Estados Unidos, lo cual no cambiaría hasta ver que quién siga gobernando tome pasos hacia una democracia más estable y se respeten los derechos humanos.

Actualmente existe un fuerte resentimiento hacia Mugabe, sus políticas y el estilo de vida que él y su esposa, apodada “Gucci Grace”, han mantenido a costa del pueblo por todos estos años. La situación social es efectivamente precaria, con posibilidad de cambiar en cualquier momento. Como tal, aunque Mnangagwa tiene el apoyo militar y social en este momento, si no accede a sus distintas demandas, podría verse en una posición difícil de mantener. Su lucha por el control de Zimbabue apenas ha comenzado y nos deja con la interrogante sobre el camino que seguirá: el que tuvo por décadas con Mugabe o uno propio a partir de nuevas alianzas.